Duele ponerse a pensar en las miserias de la vida, pero hay momentos en que sencillamente uno está desanimado y cansado; y es cuando brotan desde dentro las peores cosas. Aquellas que se mantienen guardadas cuando la vida fluye normal y sin contratiempos, o al menos los mínimos indispensables.
Hoy guardo horas en un bolsillo que no parece hincharse y trato de comprender cuál es mi meta. Busco entre mis ideas alguna que sea sinceramente potable y me deje producir este tiempo para acortarlo y no padecerlo tanto, pero todas me conducen a este desgano insoportable que estira cualquier destino hacia otro final lejano.
Cierto es que amo el camino, y abrazo siempre aquellas posibilidades que se prenden como luces en la oscuridad y me abren nuevas expectativas; pero es tan cierto como que me desmaya las ganas el caminar desorientado. Será por esa terrible necesidad de siempre saber a dónde apuntan los destinos o las causas, esa tremenda y desconsiderada jugarreta de la mente que pide al menos un indicio de la próxima posta. Cómo me siento de caído cuando me carcome la incertidumbre!!!
Pero creo que todo tendrá efecto algún día, y todo por horrible que sea terminará por enseñarme un poco de lo todo.
Quiero escribir historias y para ello necesito beberlas, transitar por senderos in imaginados, y revolcarme en charcos sucios de híbridas horas interminables. Quiero ayudar y para ello debo necesitar ayuda, aprender a pedirla, saber entenderla, entender cuando estoy frente a ella. Quiero misericordia pero sé que sería débil condenarme a ella; y no se trata de orgullo, más bien se trata de esfuerzo. De a poco voy aprendiendo que sin esfuerzo o sin voluntad, los senderos pueden ser cortos pero estrechos y sin desvíos, estériles y sin sentido; y nada tiene menos sentido que sentarse a recorrer con la vista la mínima recta que hemos recorrido.
Un abrazo a tu sincera literatura, me da pie a terminar de correr…
http://www.tictacefimero.blogspot.com
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